El 24 de enero celebramos el sexto Día Internacional de la Educación, una fecha establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) para recordar que la educación es un derecho humano, un bien público y una responsabilidad colectiva.
En este año marcado por desafíos globales que amenazan la seguridad y el acceso a la educación de millones niños y, especialmente niñas, de todo el mundo, el lema elegido por Naciones Unidas es “Aprender para una paz duradera”. Los conflictos, los desplazamientos y las crisis humanitarias provocan que, en la actualidad, 250 millones de niños, niñas y jóvenes estén sin escolarizar.
Las niñas, en particular, se ven obligadas a abandonar la escuela con más frecuencia debido a barreras culturales y de género que priorizan la educación de los hijos varones. Desde Plan International, defendemos que la educación no es solo un derecho fundamental, sino también una herramienta para construir futuros más pacíficos y sostenibles. Por eso, trabajamos con la infancia, las familias y comunidades afectadas por los conflictos y crisis para garantizar que la educación de calidad, inclusiva y equitativa, especialmente en el caso de las niñas y adolescentes, siga siendo una prioridad.
Historias que ponen voz a las emergencias
Aleya tiene 16 años y vive en el campamento de refugiados de Cox’s Bazar en Bangladesh. Llegó allí con nueve años desde Myanmar huyendo de la persecución y violencia hacia su comunidad rohingya. Está casada y tiene un hijo de un año, pero gracias al programa de educación de Plan International ha vuelto a asistir a clase: “Antes no era feliz, me casé muy joven y tengo que cuidar de mi hijo pequeño. Desde que vengo a clase mi vida ha mejorado muchísimo. Antes no era feliz”.
Plan International trabaja con refugiados rohingya en el campo de refugiados de Cox’s Bazar, llevando a cabo programas de educación en situaciones de emergencia, protección infantil, violencia de género, seguridad alimentaria y medios de subsistencia. En concreto, proporciona educación a los niños rohingya, con especial atención a las niñas, que pueden seguir el plan de estudios de Myanmar, de modo que, si regresan a su país, puedan volver a integrarse en el sistema educativo.
En Malí, el triple impacto del conflicto armado, los desplazamientos masivos y el acceso restringido a la ayuda humanitaria ha llevado al país al borde de la inanición. Muchos niños y niñas abandonan sus estudios para trabajar o colaborar en las tareas domésticas. Para mantenerlos en la escuela, Plan International lleva a cabo proyectos de comedores escolares donde se garantiza que los niños y niñas permanezcan escolarizados y se cubren sus necesidades nutricionales.
Para Aminata, de 12 años, las comidas escolares son un salvavidas que le ayuda a permanecer en el colegio. “Ahora me gusta más venir a la escuela porque puedo comer allí. Desde que existe el comedor, mis padres están tranquilos, porque me alimento bien y la comida está muy rica”.
En este Día Internacional de la Educación, queremos hacer un llamado a la acción para que las aulas sean espacios seguros y la educación la base de un futuro más justo y pacífico. En Plan International, continuaremos trabajando incansablemente para que cada niño y niña tenga la oportunidad de aprender, crecer y convertirse en agente de cambio en sus comunidades.