Respondemos a la crisis del hambre en Guatemala

Años de sequía y fracaso de cultivos en Guatemala han provocado escasez generalizada de alimentos, hambre y desnutrición. Familias que han trabajado la tierra durante generaciones son ahora incapaces de producir cultivos debido a cambios en el clima, que han causado sequías más frecuentes y severas, así como lluvias torrenciales e impredecibles. 

Norma vive en San Pedro Carchá, un municipio en el departamento guatemalteco de Alta Verapaz. Vive cerca del río Polochic, que a menudo se desborda durante la temporada de lluvias, destruyendo cultivos y ganado y arrastrando pertenencias personales. “Perdimos nuestros cultivos, como café, cardamomo y maíz”, nos cuenta Norma, señalando que las lluvias son cada vez más intensas conforme pasan los años. 

La mayoría de las familias que viven en Alta Verapaz están viviendo historias similares; cultivos y medios de vida arrasados por el agua de las inundaciones, seguidos de intensas sequías que dejan la tierra reseca y el suelo convertido en polvo.  

Las familias que viven cerca de ríos o en las laderas de las montañas, que se ven afectadas por inundaciones, deslizamientos de tierra y flujos de lodo, son las más vulnerables. “Perdimos nuestra cosecha debido a las inundaciones, nos preocupaba cómo y dónde íbamos a conseguir dinero para comida”, comparte Carmelina.  

A medida que la crisis de hambre se agudiza en Guatemala, casi la mitad de los niños y niñas menores de cinco años sufren de desnutrición crónica, según Naciones Unidas, siendo esta una de las tasas más altas de desnutrición infantil en el mundo. En algunas comunidades rurales, la cifra significativamente mayor. 

La hija de cuatro años de Irma es uno de los muchos niños cuyo desarrollo se ve afectado por la falta de alimentos. “Mi hija está realmente desnutrida. Ha habido momentos difíciles. Hace aproximadamente un mes se desmayó. No quería nada”, comparte, añadiendo que su hija fue diagnosticada con desnutrición durante un control nutricional. 

Plan International está trabajando para responder a la crisis de hambre en Guatemala. Nuestros equipos de respuesta de emergencia están realizando cribados en algunas de las comunidades de difícil acceso. Una red de personal sanitario examina a los niños y niñas y los deriva a otros especialistas si es necesario. 

La hija de Irma estaba al borde de ser ingresada en el hospital en Cobán. Sin embargo, con la transferencia de efectivo que recibió a través de uno de nuestros proyectos, pudo comprar los alimentos que su hija necesitaba. “Gracias a ello pude comprar algunas verduras y todo lo que necesitábamos. Compré tomates, cebollas, ajo para la comida, porque con eso podemos mantener saludables a nuestros hijos”. 

Para muchas familias, esta es la primera vez que reciben alguna asistencia. Pueden usar el dinero para comprar lo que quieran, aunque se les pidió que aseguraran que al menos el 60% se gastara en alimentos, semillas y otros recursos para satisfacer las necesidades nutricionales de sus hijos. 

“Nos dieron una charla sobre cómo debíamos usar el dinero, para qué sería útil y con qué propósito. Nos dijeron que es para la comida de los niños”, explica Carmelina. “Me siento muy feliz de recibir este apoyo. En el banco nos trataron bien. Me siento feliz porque ahora tengo un poco de dinero para comprar algo de comida para los niños”. 

Con el apoyo del Fondo de Acción Temprana de Plan International, las transferencias de efectivo también sirven para que aquellos que han perdido sus cultivos puedan comprar semillas. Carmelina también tiene la intención de usar parte de su dinero para registrar a su bebé de un año, algo que no había podido permitirse hacer hasta ahora. 

“Mi hija está mejorando. Se está recuperando. Veo su alegría y yo también me siento feliz. Cuando empiece a ir a la escuela, será fuerte y estará feliz. Ese apoyo se lo debemos a Plan”, concluye Irma.