La directora de Plan International en España, Concha López, participa en la Asamblea General de Naciones Unidas junto a una delegación de Plan International para hablar sobre la situación de millones de niñas en todo el mundo.
Plan International, organización independiente comprometida con los derechos de la infancia y con presencia en 70 países, pide acciones concretas en la defensa de los derechos de las niñas que garanticen el cumplimiento de los objetivos de la Agenda de Desarrollo Sostenible para 2030.
Mervis de 18 años y Eneless de 19, viven en Malaui. Las dos jóvenes han hecho un largo viaje hasta llegar a la sede de Naciones Unidas, en Nueva York, a donde llegan listas para defender los derechos de las niñas y adolescentes ante altos representantes de los gobiernos y de la sociedad civil, reunidos en la 71ª Asamblea General.
Asimismo, la directora de Plan International en España, ha viajado hasta Nueva York para solicitar acciones concretas en la defensa de los derechos de las niñas que garanticen el cumplimiento de los objetivos de la Agenda de Desarrollo Sostenible para 2030.
Las dos jóvenes forman parte de los grupos de participación juvenil y comités asesores juveniles que Plan International desarrolla en 41 países y que tienen como objetivo permitir a las niñas y adolescentes participar directamente en la defensa de sus derechos a través de la presencia en espacios clave de toma de decisiones como parlamentos, instituciones y medios de comunicación.
Este tipo de programas forman parte de los objetivos del movimiento global Por Ser Niña, lanzado por Plan International en 2007 que busca que las niñas aprendan, lideren, decidan y prosperen.
La situación de las niñas en el mundo hoy
Más de 62 millones de niñas no van a la escuela por el simple hecho de ser niñas y mujeres; cada día cerca de 40.000 niñas menores de 18 años son obligadas a casarse y millones de ellas sufren violencia física y sexual cada año. Las niñas siguen siendo uno de los grupos más excluidos en todo el mundo y se enfrentan a la discriminación y la violencia simplemente por ser jóvenes y mujeres.
En 2007 Plan International puso en marcha el movimiento global Por Ser Niña con el objetivo de concienciar y aunar esfuerzos en la defensa de los derechos de las niñas.
En 2015, a través del impulso del movimiento Por Ser Niña y gracias en gran parte a los esfuerzos de las mismas niñas, los líderes mundiales acordaron que sus derechos estuvieran en el corazón de la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030.
Ha pasado un año desde la aprobación de la nueva agenda de desarrollo y el momento de felicitarnos por la inclusión de los derechos de las niñas y la igualdad de género ya pasó. Ahora es necesario realizar acciones concretas que garanticen el cumplimiento de las metas y compromisos marcados con ellas.
Para ello es fundamental que cada gobierno analice su enfoque con respecto a los derechos de las niñas, identificar las brechas aún existentes y realizar las inversiones necesarias para acelerar el cambio.
Una de las áreas en las que se muestra pequeña o ninguna mejoría es el matrimonio temprano forzado, una situación práctica que supone el pone fin de a la infancia de de 15 millones de niñas cada año y supone un gran enorme obstáculo a la hora de alcanzar su máximo potencial. Al ritmo actual, el matrimonio infantil no podrá ser eliminado hasta el 2080. SiI queremos cumplir con el objetivo del 2030, hay que multiplicar la velocidad de cambio por ocho.
La Agenda de Desarrollo Sostenible promete no dejar a nadie atrás pero millones de niñas son “invisibles” para los gobiernos y los responsables políticos, simplemente porque no existen en las estadísticas reales y no están siendo tenidas en cuenta.
Hay una falta de datos real: no sabemos con total certeza cuántas niñas abandonan el colegio por el matrimonio infantil, los embarazos tempranos o la violencia; cuántas dan a luz antes de cumplir 15 años; cuántas horas al día pasan trabajando o qué tipo de trabajo hacen y si les pagan por ello. Arrojar luz y hacer visibles estas realidades puede cambiar sus vidas.
Plan International alerta de la necesidad de disponer de datos disgregados de género que permitan tomar decisiones informadas e invertir en las áreas que pueden transformar sus vidas.
Identificar y conseguir cumplir los ODS para las niñas requerirá de un profundo compromiso activo entre los gobiernos, Naciones Unidas, la sociedad civil y las propias niñas.
Cumbre de refugiados y migrantes: las niñas y adolescentes en emergencias
Plan International, presente en la Cumbre de Refugiados y Migrantes que se celebra en el marco de la Asamblea General de Naciones Unidas, recuerda que en el actual panorama internacional, en el que se están produciendo grandes desplazamientos de población, es importante garantizar los derechos de los migrantes independientemente de su estatus legal.
Las situaciones de emergencia por desastre o conflicto se han triplicado desde la década de los 70, tal y como apuntó Plan International en su informe Por Ser Niña 2013: “En doble riesgo: las adolescentes y los desastres”, en el que se analiza la especial situación de vulnerabilidad de las jóvenes en emergencias.
El mismo informe explica que cuando se producen largos e incontrolados desplazamientos de población, las niñas tienen un alto riesgo de sufrir todo tipo de violencia, desde sexual hasta física. En este tipo de situaciones aumenta los casos de tráfico de personas, prostitución, abandono escolar y matrimonio infantil, especialmente entre las niñas, que en muchos hogares son percibidas como una carga económica y por las que, además, se teme por su seguridad.
En estos contextos, las niñas y las adolescentes son un grupo de alto riesgo para las que es necesario desarrollar programas de protección directa. Especialmente para aquellas que viajan solas, las que están embarazadas, las víctimas de experiencias traumáticas, de tráfico de personas, prostitución, violencia sexual y/o tortura.
Es muy necesario que las niñas migrantes puedan tener acceso a una educación segura, de calidad e inclusiva si no queremos que se produzca una generación perdida de jóvenes que, al hecho de haber perdido sus raíces y el apoyo económico social de su entorno habitual, se le sume el de no poder completar su educación.