Mucho más que artesanía: La historia de esperanza de Yeluma

"Un día hubo un tiroteo muy fuerte en nuestra aldea; mi familia y yo tuvimos que huir para salvar nuestras vidas. Los arbustos se convirtieron en el lugar más seguro para mí. Me quedé allí durante semanas.

Lamentablemente, no pude encontrar a nadie de mi familia, y esa es mi realidad hasta la fecha”, cuenta Yeluma, una joven de 18 años desplazada interna que vive en Bamenda, una ciudad en el noroccidente de Camerún.
 



Yeluma recuerda su vida anterior y nos cuenta que vivía en un pueblo de la región noroeste y tenía una vida feliz que compartía con sus padres y sus seis hermanos. Le encantaba la escuela y soñaba ser médica. Pero en 2016, estalló el conflicto en las dos regiones anglófonas en el suroeste y el noroeste de Camerún, y eso puso fin a los años felices que ahora Yeluma recuerda con cierta nostalgia.

Desde entonces, los tiroteos, la quema de casas y los saqueos se convirtieron en algo común en su pueblo. Cerraron las escuelas. Un día, cuando atacaron su aldea, Yeluma, su familia y otros vecinos huyeron y se refugiaron en los arbustos de los alrededores. En medio del caos, Yeluma perdió a sus padres y a sus hermanos y permaneció en el monte durante un par de semanas, escondiéndose, junto con otros miembros de su comunidad, en condiciones muy difíciles.

“Ya no pude ir más a la escuela. Me separé de mi familia; ya no pude disfrutar de ellos y de sus cuidados. Las duras condiciones que viví cuando me escondía en los arbustos me hicieron sentirme peor. Me deprimí mucho y, sobre todo, estuve expuesta a un acoso constante”, recuerda Yeluma.

Ya no pude ir más a la escuela. Me separé de mi familia; ya no pude disfrutar de ellos y de sus cuidados

Cuando decidió abandonar su aldea, su viaje la llevó hasta Bamenda. Al principio, dormía en un porche con techo abierto hasta que, finalmente, un líder de la comunidad la acogió en su casa. “Tenía miedo de llevarla a vivir con mis hijos, pero ya no podía soportar verla durmiendo en el porche, en el frío. Así que decidí traerla”, explica el líder.

Durante nuestra respuesta a la emergencia, conocimos a Yeluma y nos dimos cuenta de que era una persona en situación de vulnerabilidad. Nuestros trabajadores sociales le ofrecieron orientación y, además, le informaron sobre el espacio de acogida para la infancia. Allí pudo participar en actividades recreativas y asistir a talleres sobre habilidades para la vida diseñadas específicamente para chicas adolescentes.

Conforme pasaron los días, la situación de Yeluma mejoró. “Cuando Yeluma vino por primera vez al espacio para niños y niñas, estaba muy triste y retraída. Tenía baja autoestima, pero ahora se muestra muy abierta, feliz y activa”, nos cuenta Emmanuel, trabajador social de Plan International.

Fue precisamente en este espacio donde Yeluma descubrió su interés por los trabajos manuales y aprendió a hacer artesanías tradicionales africanas. Como las escuelas seguían cerradas debido al conflicto, nuestra organización le ofreció la oportunidad de inscribirse en un centro de formación profesional para que la joven pudiera mejorar sus habilidades.

Después de graduarse, le hemos ofrecido las herramientas y materiales que necesitaba para emprender su propio negocio y, desde entonces, es toda una experta en este área. Ella misma elabora las sandalias y demás artesanías en casa, y, después, los vende a un máximo de siete euros. También expone sus diseños en foros de ventas especiales y, gracias a su trabajo, ha tiene clientes regulares.

“Estoy muy agradecida por todo lo que ha hecho el proyecto por mi. Hoy en día, puedo cubrir mis propias necesidades”, dice Yeluma, y añade: “constantemente me aconsejaban que me casara para sobrevivir a las dificultades de la crisis, pero los cambios en mi vida y todo lo que he aprendido en el espacio para los niños y niñas me han dado esperanzas y me han hecho ver que puedo tener un futuro mejor. Creceré y me casaré cuando yo lo decida”.

Nuestro proyecto, financiado por el Organismo Sueco de Cooperación para el Desarrollo Internacional, tiene como objetivo fortalecer la capacidad de recuperación de las personas afectadas por el conflicto en Camerún. En este momento se encuentra en su segunda fase y ha beneficiado, hasta el momento, a 7.241 personas, de las cuales, más de la mitad son niñas. Nuestro propósito final es que todos los participantes tengan las herramientas y conocimientos necesarios para trabajar de forma independiente y mantenerse a sí mismos y a sus familias. 

En el caso de Yeluma, ahora quiere crear su propio taller y montar su negocio. “Estoy deseando ganar dinero con mi propio negocio y asegurarme un espacio de trabajo adecuado, que me permita expandirme y ser capaz de formar a otras chicas que lo necesiten”.