Adolescentes en crisis en el Sahel: un tercio no ha asistido nunca a la escuela o solo durante un año

El conflicto y la violencia en países del Sahel como Mali y Burkina Faso está teniendo un efecto devastador en la educación, la seguridad y la supervivencia de las niñas y adolescentes.





El conflicto, la violencia y la inseguridad en la región del Sahel están arrastrando al desastre a toda una generación de niñas y adolescentes, que ven negado su derecho a la educación, no tienen acceso a servicios de salud, se enfrentan al hambre y la falta de ingresos y están expuestas al matrimonio infantil y la violencia sexual, advierte Plan International, organización humanitaria que trabaja por los derechos de la infancia y la igualdad de las niñas.

Con motivo del Día Mundial de las Personas Refugiadas, la organización presenta el informe “Adolescentes en Emergencias: Voces del Sahel”, que revela que las chicas están siendo privadas de sus derechos y libertades básicas en una de las regiones más inestables y empobrecidas del mundo, ahora amenazada por la pandemia de COVID-19 y la llegada de la estación de carestía en julio, que agravarán aún más el hambre y las difíciles condiciones de vida.

Se estima que actualmente hay más de 2,5 millones de desplazados internos y refugiados en esta región. En los últimos 12 meses, el número de personas desplazadas en Burkina Faso se ha multiplicado por 10 hasta alcanzar 848.329 personas, mientras que en Mali la población desplazada supera las 239.000 personas. En este contexto, las niñas y adolescentes, especialmente aquellas desplazadas y refugiadas, están sufriendo algunas de las peores consecuencias: violencia extrema, desplazamientos masivos, inseguridad alimentaria y falta de acceso a la educación, los servicios de salud y las oportunidades económicas.

“Las niñas y adolescentes del Sahel están viviendo una triple tragedia en una de las regiones más críticas del planeta. Se han juntado el conflicto, la inseguridad alimentaria y el colapso económico y ha generado una situación catastrófica para toda una generación de adolescentes que está en grave riesgo y necesita el apoyo urgente de los Gobierno y la comunidad internacional”, subraya Concha López, directora general de Plan International en España.

La investigación, para la que se recogieron datos cuantitativos de más de 800 adolescentes de la región, entre ellas chicas refugiadas, y se llevaron a cabo grupos de discusión y entrevistas con padres, madres, docentes y líderes comunitarios, evidencia que, además de verse afectadas por la violencia y la inestabilidad, las normas sociales discriminatorias y las actitudes restrictivas de sus familias y comunidades les hacen sentirse atrapadas e indefensas.

“Muchas veces no puedes hacer lo que quieres porque no tienes la capacidad de decidir”, dice Aminata* de Burkina Faso. “A la gente de aquí no le gusta que vayamos a la escuela. Nos dan en matrimonio a la edad más temprana”, explica Mariam*, de 14 años, de Mali. 

A la gente de aquí no le gusta que vayamos a la escuela. Nos dan en matrimonio a la edad más temprana

El acceso de las niñas y adolescentes a la educación se está complicando cada vez más. En Burkina Faso se han cerrado 2.500 escuelas debido a la inseguridad y, en Mali, 1.100 escuelas no están operativas por cierres anteriores a la pandemia de la COVID-19. Sin embargo, según cuentan las adolescentes, no sólo los conflictos, la pobreza y la inseguridad están repercutiendo en su asistencia a la escuela, sino también la discriminación y la violencia de género preexistentes. 

Tanto en Burkina Faso como en Mali, un tercio de las chicas encuestadas no habían asistido nunca a la escuela o sólo lo habían hecho durante un año y, muchas veces, esto no se debe tanto a la inseguridad o a que las escuelas hayan sido destruidas, sino que, por tradición, se cree que las adolescentes deben quedarse en casa para evitar que se junten con los varones.

Los resultados de la investigación también constatan hechos como que:

  • las adolescentes viven con miedo constante y su principal prioridad es restablecer la paz;
  • el matrimonio infantil es una violación de sus derechos ampliamente extendida que tiene consecuencias en todos los ámbitos de su vida, desde las oportunidades de educación a la violencia física o la autonomía económica;
  • las niñas valoran la información sobre la salud sexual y reproductiva, que no suelen recibir, y necesitan acceso a apoyo psicosocial;
  • los ingresos económicos son importantes para ellas: quieren ganar dinero, contribuir a sus familias y asegurar su futuro.

Basándose en las voces de las niñas y adolescentes, Plan International hace un llamamiento a los gobiernos y a la comunidad internacional para que destinen fondos de forma urgente para ofrecer asistencia humanitaria en la región, atendiendo las necesidades de niñas y adolescentes, y den prioridad a las negociaciones de consolidación de la paz y ayuden a poner fin al conflicto. 

En este sentido, la organización solicita que se reconozca y se acabe con las barreras que impiden el acceso de las adolescentes a la educación y que, siguiendo la Declaración de Escuelas Seguras, se proteja tanto a las escuelas como a los docentes y el alumnado. Además, reclama que se aborde la discriminación por motivos de género mediante la sensibilización y movilización de la comunidad y el compromiso de los adolescentes y hombres como defensores de los derechos de las niñas.

Aunque la investigación se realizó justo antes de la pandemia mundial de la COVID-19 y sus consecuencias no figuran en el estudio, Plan International advierte de que, si la pandemia sigue un curso similar al de otros países, la pérdida de educación y medios de vida, la falta de alimentos, la tensión en los servicios de salud, el aumento de la violencia de género y la restricción de la circulación, aumentarán los riesgos a los que se enfrentan las niñas a medida que el virus aumenta su carga de responsabilidades y limita, aún más, sus oportunidades.