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Adolescentes en crisis en el Sahel: un tercio no ha asistido nunca a la escuela o solo durante un año

El conflicto y la violencia en países del Sahel como Mali y Burkina Faso está teniendo un efecto devastador en la educación, la seguridad y la supervivencia de las niñas y adolescentes. El conflicto, la violencia y la inseguridad en la región del Sahel están arrastrando al desastre a toda una generación de niñas y adolescentes, que ven negado su derecho a la educación, no tienen acceso a servicios de salud, se enfrentan al hambre y la falta de ingresos y están expuestas al matrimonio infantil y la violencia sexual, advierte Plan International, organización humanitaria que trabaja por los derechos de la infancia y la igualdad de las niñas. Con motivo del Día Mundial de las Personas Refugiadas, la organización presenta el informe “Adolescentes en Emergencias: Voces del Sahel”, que revela que las chicas están siendo privadas de sus derechos y libertades básicas en una de las regiones más inestables y empobrecidas del mundo, ahora amenazada por la pandemia de COVID-19 y la llegada de la estación de carestía en julio, que agravarán aún más el hambre y las difíciles condiciones de vida. Se estima que actualmente hay más de 2,5 millones de desplazados internos y refugiados en esta región. En los últimos 12 meses, el número de personas desplazadas en Burkina Faso se ha multiplicado por 10 hasta alcanzar 848.329 personas, mientras que en Mali la población desplazada supera las 239.000 personas. En este contexto, las niñas y adolescentes, especialmente aquellas desplazadas y refugiadas, están sufriendo algunas de las peores consecuencias: violencia extrema, desplazamientos masivos, inseguridad alimentaria y falta de acceso a la educación, los servicios de salud y las oportunidades económicas. “Las niñas y adolescentes del Sahel están viviendo una triple tragedia en una de las regiones más críticas del planeta. Se han juntado el conflicto, la inseguridad alimentaria y el colapso económico y ha generado una situación catastrófica para toda una generación de adolescentes que está en grave riesgo y necesita el apoyo urgente de los Gobierno y la comunidad internacional”, subraya Concha López, directora general de Plan International en España. La investigación, para la que se recogieron datos cuantitativos de más de 800 adolescentes de la región, entre ellas chicas refugiadas, y se llevaron a cabo grupos de discusión y entrevistas con padres, madres, docentes y líderes comunitarios, evidencia que, además de verse afectadas por la violencia y la inestabilidad, las normas sociales discriminatorias y las actitudes restrictivas de sus familias y comunidades les hacen sentirse atrapadas e indefensas. “Muchas veces no puedes hacer lo que quieres porque no tienes la capacidad de decidir”, dice Aminata* de Burkina Faso. “A la gente de aquí no le gusta que vayamos a la escuela. Nos dan en matrimonio a la edad más temprana”, explica Mariam*, de 14 años, de Mali.  A la gente de aquí no le gusta que vayamos a la escuela. Nos dan en matrimonio a la edad más temprana El acceso de las niñas y adolescentes a la educación se está complicando cada vez más. En Burkina Faso se han cerrado 2.500 escuelas debido a la inseguridad y, en Mali, 1.100 escuelas no están operativas por cierres anteriores a la pandemia de la COVID-19. Sin embargo, según cuentan las adolescentes, no sólo los conflictos, la pobreza y la inseguridad están repercutiendo en su asistencia a la escuela, sino también la discriminación y la violencia de género preexistentes.  Tanto en Burkina Faso como en Mali, un tercio de las chicas encuestadas no habían asistido nunca a la escuela o sólo lo habían hecho durante un año y, muchas veces, esto no se debe tanto a la inseguridad o a que las escuelas hayan sido destruidas, sino que, por tradición, se cree que las adolescentes deben quedarse en casa para evitar que se junten con los varones. Los resultados de la investigación también constatan hechos como que: las adolescentes viven con miedo constante y su principal prioridad es restablecer la paz; el matrimonio infantil es una violación de sus derechos ampliamente extendida que tiene consecuencias en todos los ámbitos de su vida, desde las oportunidades de educación a la violencia física o la autonomía económica; las niñas valoran la información sobre la salud sexual y reproductiva, que no suelen recibir, y necesitan acceso a apoyo psicosocial; los ingresos económicos son importantes para ellas: quieren ganar dinero, contribuir a sus familias y asegurar su futuro. Basándose en las voces de las niñas y adolescentes, Plan International hace un llamamiento a los gobiernos y a la comunidad internacional para que destinen fondos de forma urgente para ofrecer asistencia humanitaria en la región, atendiendo las necesidades de niñas y adolescentes, y den prioridad a las negociaciones de consolidación de la paz y ayuden a poner fin al conflicto.  En este sentido, la organización solicita que se reconozca y se acabe con las barreras que impiden el acceso de las adolescentes a la educación y que, siguiendo la Declaración de Escuelas Seguras, se proteja tanto a las escuelas como a los docentes y el alumnado. Además, reclama que se aborde la discriminación por motivos de género mediante la sensibilización y movilización de la comunidad y el compromiso de los adolescentes y hombres como defensores de los derechos de las niñas. Aunque la investigación se realizó justo antes de la pandemia mundial de la COVID-19 y sus consecuencias no figuran en el estudio, Plan International advierte de que, si la pandemia sigue un curso similar al de otros países, la pérdida de educación y medios de vida, la falta de alimentos, la tensión en los servicios de salud, el aumento de la violencia de género y la restricción de la circulación, aumentarán los riesgos a los que se enfrentan las niñas a medida que el virus aumenta su carga de responsabilidades y limita, aún más, sus oportunidades.

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La COVID-19 amenaza el futuro de millones de adolescentes refugiadas expuestas a la violencia, el trabajo infantil y la explotación

Las restricciones de circulación impuestas en los campamentos para frenar la pandemia de COVID-19, unidas a la incertidumbre económica, están reduciendo los medios de vida de las adolescentes refugiadas, que dependen, en su mayoría, del comercio o trabajan como empleadas domésticas en ciudades cercanas. La pandemia de la COVID-19 está teniendo un efecto devastador en las niñas y adolescentes refugiadas de todo el mundo, dificultando su acceso a la educación, a los servicios de salud sexual y reproductiva, a sus fuentes de ingresos habituales y exponiéndolas a un mayor riesgo de sufrir diferentes tipos de violencia, según una investigación de Plan International, organización humanitaria que trabaja en defensa de los derechos de la infancia y la igualdad de las niñas. Esta conclusión es parte del estudio “Cerca del Contagio”, presentado por la ONG en el marco de la Semana de las Personas Refugiadas, que revela que los riesgos y efectos derivados del coronavirus son mayores para las adolescentes refugiadas, uno de los grupos más vulnerables, que parte de una situación desigual que está empeorando por la pandemia. “En un momento en el que la cifra de personas desplazadas forzadamente alcanza los 70,6 millones, un máximo sin precedentes, la pandemia de la COVID-19 ha trastocado por completo la vida de las adolescentes refugiadas, que se enfrentan a un futuro muy incierto y están mucho más expuestas que antes, por las medidas de confinamiento, al matrimonio infantil, la violencia, los abusos y la explotación”, señala Concha López, directora general de Plan International. La mayoría de los campamentos de personas refugiadas y desplazadas están superpoblados, y las medidas para evitar la transmisión del coronavirus, como el distanciamiento físico y el lavado de manos frecuente, son muy difíciles de aplicar. La falta de servicios básicos, como el acceso a agua limpia y jabón; la fragilidad de los sistemas sanitarios por la falta de personal y materiales, así como el escaso acceso a la información hacen que prevenir la transmisión resulte casi imposible. Sumado a esto, en muchos países de acogida, el derecho de las personas refugiadas a recibir protección social y atención sanitaria está limitado o no existe, lo que agrava aún más su situación de vulnerabilidad. “Estoy muy preocupada por la pandemia de la COVID-19 porque vivo en un lugar superpoblado donde la mayoría de las personas son muy pobres. Si esta pandemia llega aquí, teniendo en cuenta la gran rapidez con la que se está propagando, muchas personas se contagiarán, y será muy difícil controlarla”, dice Rose, una joven de 19 años que vive en el campamento de personas refugiadas de Dzaleka, Malaui. Actualmente, más de ocho millones de niños y niñas refugiados han dejado de asistir a clase. El cierre de las escuelas en los campamentos no solo está dificultando que las niñas y adolescentes sigan las clases en remoto por la falta de internet, sino que las ha apartado de los espacios seguros que son para ellas las escuelas, en los que suelen estar más protegidas contra distintas formas de violencia como el abuso, la explotación o el trabajo infantil. Además, las está privando de recibir servicios básicos de alimentación y nutrición, porque no pueden acceder a los comedores, y de recibir apoyo psicológico. Las restricciones de circulación impuestas en los campamentos para frenar la pandemia de la COVID-19, unida a la incertidumbre económica, también están impactando directamente en los medios de subsistencia de las adolescentes refugiadas, que dependen, en su mayoría, del comercio o trabajan como empleadas domésticas en ciudades cercanas.  Vivo en un lugar superpoblado donde la mayoría de las personas son muy pobres. Si esta pandemia llega aquí, muchas personas se contagiarán Muchas mujeres refugiadas, al menos el 25% de ellas, son cabezas de familia, y viven gracias al cultivo de tierras, una fuente fundamental de alimento e ingresos para cubrir sus necesidades básicas. Los efectos económicos derivados de la pandemia podrían afectar a los medios de subsistencia de estas mujeres, incluso cuando se levanten las restricciones. El aislamiento, unido a la tensión provocada por la situación, la inseguridad alimentaria y la imposibilidad de acceder a la educación, está aumentando los casos de violencia hacia las adolescentes refugiadas y dificultando su acceso a servicios de ayuda. En Egipto, las investigaciones revelan que en el 25% de los hogares de refugiados sirios, las niñas y jóvenes son víctimas de violencia de género y abuso. Por otro lado, en el campamento de Cox’s Bazar se ha registrado aumento de casos de violencia infligida por la pareja y de matrimonio infantil.  A pesar de las grandes dificultades que enfrentan, las adolescentes refugiadas también demuestran capacidad de adaptación, poseen aptitudes empresariales, manifiestan el deseo de ayudar a las demás personas y son optimistas respecto al futuro. En los asentamientos y campamentos de personas refugiadas y desplazadas están poniendo en práctica sus conocimientos y habilidades, tanto en la respuesta a la crisis de la COVID-19 como a la hora de abordar otras cuestiones como, por ejemplo, la falta de dinero, alimentos y seguridad. En este sentido, la organización recomienda a los gobiernos, autoridades, la comunidad internacional y otros organismos implicados que: todas las respuestas a la crisis incluyan un análisis de género y edad para poder garantizar el acceso de las adolescentes refugiadas a los servicios de protección, especialmente frente la violencia de género, la explotación, los abuso y el abandono; se garantice el acceso de las adolescentes refugiadas a una educación y formación inclusiva que se adapte a los desafíos específicos, como el apoyo a adolescentes embarazadas; las autoridades y organizaciones humanitarias fomenten la participación y el liderazgo de las niñas, adolescentes y jóvenes en los planes de respuesta; facilitar el trabajo de las organizaciones humanitarias para que puedan continuar prestando servicios esenciales para las personas refugiadas y desplazadas; los Estados y las organizaciones aceleren el compromiso adoptado en el Foro Mundial sobre Refugiados con el fin de ofrecer más ayuda en las áreas de salud, agua y saneamiento, higiene, protección social y medios de subsistencia.

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Más de 40 virtuosos de música clásica se unen en un concierto solidario para apoyar #QUENADIESEQUEDEFUERA

El objetivo del concierto #QueNadieSeQuedeFuera es recaudar fondos para garantizar que el impacto económico y social de la emergencia por COVID-19 no se cebe con los y las adolescentes en situación de riesgo de exclusión en España. Más de 40 intérpretes se unen en el primer concierto solidario online de música clásica para apoyar #QueNadieSeQuedeFuera, la iniciativa de la ONG Plan International en respuesta a la emergencia por COVID-19 en España, con la que están atendiendo las necesidades económicas, educativas y psicosociales de los y las adolescentes más vulnerables y sus familias.  En el marco del Día Europeo de la Música, que se celebra el 21 de junio, violinistas, violistas, pianistas, violoncellistas, guitarristas, saxofonistas y vocalistas, españoles y/o residentes en España, reconocidos a nivel internacional ofrecerán un concierto solidario y gratuito que se emitirá en directo en Facebook Live a partir de las 19:30 horas. Entre los artistas confirmados para el evento figuran músicos y músicas de la talla de Pancho Corujo (tenor), Mariana Gurkova (piano), Daniel del Pino (piano), Mariana Todorova (violín), María Parra (piano), Ángel G. Jermann (violoncello), Pilar Rius Fortea (guitarra), Iberian & Klavier (Piano Duo) o Yuval Gotlibovich (viola), Elena Mikhailova (violín) entre otros nombres reconocidos internacionalmente. El objetivo del concierto es recaudar fondos para la iniciativa #QueNadieSeQuedeFuera de Plan International, que busca garantizar que el impacto económico y social de la COVID-19 no se cebe con los y las adolescentes en riesgo de exclusión, que ahora se enfrentan a mayores dificultades y pueden quedarse fuera del sistema educativo, de protección, del mercado laboral y de las oportunidades de futuro. “Las consecuencias sociales y económicas de la emergencia sanitaria por la COVID-19 tendrán un gran impacto en los y las adolescentes y jóvenes vulnerables, que ahora tienen más barreras para continuar su educación y encontrar empleo, especialmente las chicas, que ya partían de una situación desigual que se verá agravada: el 37,5% de las mujeres de 16 a 29 años en España está en riesgo de pobreza y exclusión social”, explica Concha López, directora general de Plan International. Los intérpretes se han unido de forma altruista, bajo la coordinación de la agencia de management de Carolina Bellver, para ofrecer un concierto desde sus casas en el que los asistentes podrán disfrutar de un repertorio para todos los públicos que incluye desde la sonata op.27 n.2 “Claro de luna”, de Beethoven hasta reconocidas piezas como “El Vuelo del Moscardón”, de Nikolai Rimski-Korsakov, o numerosas piezas de Isaac Albéniz o Manuel de Falla.   El programa #QueNadieSeQuedeFuera Desde que se iniciara la emergencia sanitaria, Plan International ha garantizado el apoyo de los y las adolescentes más vulnerables en España, reforzando sus acciones formativas en sesiones online para el desarrollo de competencias socio-laborales y mentoría profesional, con el objetivo de evitar el abandono formativo y ofrecer más herramientas a los y las jóvenes para superar las dificultades de incorporación al mercado laboral, agravadas por el impacto de esta crisis.  En España, el 44% de las familias con menos recursos solo tienen un ordenador y el 14% ninguno, según los datos del último informe PISA de la OCDE. Para cerrar la brecha digital y garantizar su acceso al proyecto de educación, Plan International está ofreciendo soluciones digitales para el acceso a Internet en sus hogares, dispositivos adecuados y contenidos adaptados. En su programa de respuesta, la organización también está ofreciendo apoyo psicosocial vía telefónica y online a los y las adolescentes y sus familias para gestionar posibles conflictos por las situaciones de estrés y ansiedad. La atención incorpora un enfoque de género que permite detectar las necesidades específicas de las chicas, que asumen una mayor carga de cuidados o están en mayor riesgo de sufrir violencia. Sus profesionales están llevando a cabo un seguimiento individualizado a los casos de riesgo para, a través del contacto diario, gestionar las dudas y conflictos y poder derivarlos a los sistemas de protección. La situación de confinamiento ha empeorado las ya difíciles economías familiares de las personas en situación de pobreza, que se han enfrentado a drásticas reducciones de ingresos que les impedían hacer frente a los gastos de primera necesidad. En esos casos, la organización está ofreciendo ayudas económicas para asegurar su acceso a productos de primera necesidad, como alimentos o productos de higiene, y servicios

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El anteproyecto de Ley contra la violencia hacia la infancia debe reforzar el enfoque de género

Las niñas son las principales víctimas de violencia en el hogar, ya que suponen el 67,7% de los casos, y son, en mayor medida, objeto de diferentes formas de violencia contra la infancia, como los abusos sexuales y el ciberacoso. Plan International, organización que trabaja por los derechos de la infancia y la igualdad de las niñas, celebra la aprobación hoy en Consejo de Ministros del anteproyecto de Ley Orgánica de Protección Integral de la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia, y solicita que se refuerce el enfoque de género y se integren medidas para abordar la violencia específica que sufren las niñas y las adolescentes en España. La organización, que lleva años trabajando con las organizaciones de infancia para promover esta ley, considera que es una norma clave para garantizar el derecho de los niños y niñas a vivir libres de violencia y que puede convertirse en la más ambiciosa de los países de nuestro entorno en lo que respecta a los derechos de la infancia.  “Desde Plan International valoramos muy positivamente que el Gobierno haya aprobado este anteproyecto de ley que consolidará a los niños y las niñas como sujetos de derechos fundamentales, y seguiremos trabajando para mejorar el texto normativo, de forma que avance en el enfoque de género y aborde detalladamente las formas específicas de violencia que sufren las niñas, y especialmente las adolescentes, por su género y su edad”, subraya Concha López, directora general de Plan International.  En este sentido, la organización considera que esta ley debería abordar de manera más detallada las formas de violencia contra la infancia con marcado carácter de género, como el matrimonio temprano, el acoso callejero por razón de género, la mutilación genital femenina, la trata y la explotación sexual en internet.  Además, se deberían avanzar medidas específicas para luchar contra roles y estereotipos de género que son la base de muchas formas de violencia hacia las chicas. Como demuestra el informe “Los derechos de las niñas en España 2018”, publicado por la ONG Plan International en 2018, el ordenamiento jurídico nacional generalmente ha invisibilizado a las niñas como sujeto de especial protección. Además, las niñas son las principales víctimas de violencia en el hogar ya que suponen el 57,3% de los casos y son objeto de la violencia de género y los abusos sexuales muy por encima de los niños. Por este motivo, la organización reclama que se garantice que los datos de violencia contra la infancia se recopilen de forma desagregada en cuanto al género y otras intersecciones, para disponer de datos específicos y poner en marcha las medidas pertinentes. Además, Plan International trabajará para avanzar en el texto de la ley, haciendo llegar a los grupos parlamentarios sus propuestas, y acelerar en la medida de los posible el posterior trámite parlamentario, que confía se haga de la manera más urgente y con el consenso que requiere una ley de esta relevancia.

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Aumenta gravemente la violencia contra niñas y adolescentes en América Latina por el confinamiento

Plan International está respondiendo a la pandemia de COVID-19 en trece países de América Latina y el Caribe, centrándose en la protección de los niños, niñas, adolescentes y comunidades más vulnerables a los efectos de la pandemia. El alarmante aumento de los casos de violencia contra las niñas y las mujeres durante el confinamiento en América Latina y el Caribe amenaza con convertirse en una catástrofe en una región que cuenta con las tasas más altas de violencia de género del mundo, advierte Plan International, organización humanitaria que trabaja en defensa de los derechos de los niños y la igualdad de las niñas.  Si bien las medidas de confinamiento son vitales para detener la propagación de la COVID-19, el hecho de que estén aisladas y sin poder salir de casa supone, especialmente para las niñas y las adolescentes, un mayor riesgo de sufrir violencia en el hogar y la imposibilidad de acceder a la educación, los servicios básicos de salud y de protección y a sus redes de apoyo. “La implantación de las medidas de confinamiento ha supuesto que muchas niñas y mujeres víctimas de violencia de género se hayan visto obligadas a pasar más tiempo con sus abusadores. Es imprescindible que los gobiernos reconozcan que, ahora más que nunca, se debe dar prioridad a los esfuerzos para proteger a las niñas y las adolescentes de la violencia, las agresiones sexuales o los embarazos adolescentes”, señala Concha López, directora general de Plan International en España. Los datos recopilados desde que comenzaron las medidas de confinamiento muestran un panorama alarmante. Durante las primeras semanas, las llamadas a las líneas de ayuda para víctimas de violencia doméstica habían aumentado en un 142% en Colombia, mientras que en México las llamadas aumentaron un 60%. En la República Dominicana, el servicio de violencia del Ministerio de Asuntos de la Mujer, Línea Mujer, recibió 619 llamadas durante los primeros 25 días de cuarentena. “Es triste y doloroso escuchar que hay tanta violencia contra las niñas y mujeres… es una enfermedad más dañina que este virus. En las comunidades más remotas no hay cobertura o las niñas no tienen acceso a teléfonos para buscar ayuda”, cuenta Samya, una joven de 21 años de Ecuador. Desde que Colombia iniciara la cuarentena a finales de marzo, se han denunciado 2.338 casos de violencia sexual por parte de niñas menores de 14 años, lo que equivale a 51 niñas agredidas sexualmente cada día. En las comunidades más remotas no hay cobertura o las niñas no tienen acceso a teléfonos para buscar ayuda “Hay muchas chicas que están siendo abusadas física y psicológicamente, pero esta información no está saliendo a la luz. Sólo hablan de la COVID-19, pero no hablan de los casos de violencia”, cuenta Bathsheba, una joven peruana de 15 años. “Tememos que se produzcan miles de casos más de violencia de género en toda la región si continúan las medidas de confinamiento. Es fundamental que los gobiernos adapten sus respuestas a la pandemia de la COVID-19 para garantizar que los servicios de protección de niñas y adolescentes, incluidas las líneas telefónicas de ayuda, los servicios de salud sexual y reproductiva y los espacios seguros, sigan siendo accesibles, incluso mediante formas de atención a distancia”, señala Débora Cobar, directora regional de Plan International para América Latina y el Caribe. Alrededor de 18 millones de mujeres perderán el acceso a métodos anticonceptivos en América Latina y el Caribe como consecuencia de la pandemia de la COVID-19, según Naciones Unidas. En este sentido, Plan International está especialmente preocupado por las consecuencias que esto tendrá en las adolescentes, aumentando la probabilidad de embarazos precoces que pueden poner en riesgo sus vidas. Plan International está utilizando canales virtuales en toda la región para informar a las niñas y adolescentes sobre los mecanismos de apoyo disponibles. Además, la organización está trabajando con los gobiernos locales para reforzar los sistemas de protección y tratando de concienciar y sensibilizar a los niños y las niñas sobre la violencia de género y la corresponsabilidad en el hogar, ya que la inclusión de los hombres y los niños en la lucha contra la violencia de género es esencial para combatir este problema. Plan International está respondiendo a la pandemia de COVID-19 en más de 50 países, incluidos trece de América Latina y el Caribe, centrándose en la protección de los niños, niñas, adolescentes y las comunidades más vulnerables contra los efectos de la pandemia. 

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Escasez de productos, subida de precios y falta de información: la COVID-19 aumenta los problemas de higiene menstrual

Los precios han aumentado y las economías familiares han empeorado como consecuencia de la pandemia de COVID-19, por lo que niñas, adolescentes y mujeres disponen de menos dinero para comprar productos sanitarios. La escasez de productos higiénicos, el fuerte incremento de los precios de las compresas y tampones, así como la falta de acceso a información y servicios básicos sobre higiene menstrual están aumentado los problemas de niñas, adolescentes y mujeres de todo el mundo para gestionar su menstruación durante los confinamientos por la pandemia de la COVID-19.   Estas son algunas de las principales conclusiones del informe Periodos en una pandemia: Gestión de la higiene menstrual en tiempos de la COVID-19, publicado por la ONG Plan International, organización humanitaria que trabaja en la defensa derechos de la infancia y la igualdad de las niñas, en el marco del Día Mundial de la Higiene Menstrual, que se conmemora el 28 de mayo. Más de 60 profesionales de la organización, que trabajan en 24 países en el ámbito de la gestión de la higiene menstrual desde las áreas de agua, saneamiento e higiene y de la salud y los derechos sexuales y reproductivos, han sido entrevistados para esta investigación que ha detectado problemas graves y generalizados en todos los países.  En concreto, las niñas y las adolescentes están teniendo dificultades para conseguir estos productos debido a las subidas intencionadas de los precios, así como grandes barreras para acceder a servicios de saneamiento y dificultades para conseguir información fiable.  Por otro lado, en la mayoría de los casos, la reducción de recursos económicos familiares y la imposibilidad de las adolescentes de acceder a la canasta básica, una decisión que generalmente toman los hombres, impiden que se incluya como prioridad los productos de higiene menstrual. Además, en muchos países, los productos menstruales son escasos y especialmente las niñas y adolescentes más vulnerables no tienen acceso a ellos.  “Estas dificultades existían antes de la pandemia, pero sabemos que el coronavirus está empeorando la situación y agravando las desigualdades. Por eso, la gestión de la salud y la higiene menstrual debe incorporarse como parte fundamental de las respuestas sanitarias y, mientras se mantengan las medidas de confinamiento, es necesario ofrecer a niñas y adolescentes información al respecto, a través de campañas y contenidos formativos”, explica Alba Cuadra, especialista de género en emergencias de Plan International España. La escasez de productos es uno de los principales problemas identificados por los expertos y, en muchas ocasiones, se debe a que, como las cadenas de suministro se están viendo afectadas por esta situación, las empresas más pequeñas han interrumpido su actividad comercial y, a su vez, el reparto de productos se está retrasando, especialmente en las zonas más remotas. Por otro lado, la interrupción de las cadenas de suministro también ha provocado un aumento significativo del precio de los productos higiénicos y ha generado miedo a que se acaben los productos para la menstruación y se queden los estantes de las tiendas y supermercados vacíos.  La gestión de la salud y la higiene menstrual debe incorporarse como parte fundamental de las respuestas sanitarias “Los precios no sólo han aumentado, sino que, como la pandemia ha afectado considerablemente los medios de subsistencia y los ingresos de los hogares, la gente tiene menos dinero que antes de la pandemia de la COVID-19 para comprar productos sanitarios, incluso cuando sí hay productos disponibles”, explica Rosamund Ebdon, directora de Políticas Públicas de Plan International. El estigma y la vergüenza asociados a la menstruación son cada vez mayores. La falta de acceso a agua limpia para lavarse y a baños con puertas para mantener la privacidad, así como la dificultad para deshacerse de los productos higiénicos son algunos de los desafíos que están enfrentando las adolescentes y las mujeres a la hora de manejar su higiene menstrual de manera privada, segura y digna. Cuando los productos sanitarios son difíciles de obtener, las adolescentes pueden recurrir a alternativas antihigiénicas que pueden aumentar el riesgo de infecciones. En la región del Pacífico, casi la mitad de las niñas y mujeres encuestadas, el 40%, afirmaron tener problemas para encontrar instalaciones para cambiarse y deshacerse de los productos de forma segura, privada e higiénica. El informe revela que la pandemia de la COVID-19 ha agudizado los problemas alrededor de la higiene menstrual. Al ser preguntados por los efectos de la COVID-19 en la gestión de la higiene menstrual, los principales problemas identificados por los expertos de Plan International son: un 73% de las personas encuestadas afirma que se ha limitado el acceso a productos higiénicos, ya sea por escasez o por interrupción de las cadenas de suministro; un 68% está de acuerdo con que el uso de instalaciones para cambiarse, limpiarse y deshacerse de los productos sanitarios también se ha limitado; el 58% considera que se ha producido un aumento significativo de los precios de los productos higiénicos;  el 54% está de acuerdo con que hay una falta de acceso a la información sobre el manejo de la higiene menstrual; el 51% confirma que el acceso a agua limpia es menor; el 47% está de acuerdo con que los entornos son menos higiénicos para deshacerse de los productos de higiene sanitaria; el 24% coincide en que se ha producido un aumento del estigma, la vergüenza o las prácticas culturales perjudiciales asociadas a la menstruación. En este sentido, Plan International hace un llamamiento a los gobiernos y a los organismos sanitarios para que apoyen urgentemente a las niñas, adolescentes y mujeres para gestionar su higiene menstrual de manera segura y digna. Además, solicita que la gestión de la salud y la higiene menstrual se incorpore en las respuestas sanitarias de la COVID-19, con un enfoque especial en las comunidades y personas en situación de mayor vulnerabilidad, y, mientras se mantengan los confinamientos, también se incluya información al respecto en los planes de estudio a distancia. Plan International está respondiendo a la pandemia de la COVID-19 en más de 50 países, centrándose en la protección de los niños, y especialmente de niñas y adolescentes de las comunidades más vulnerables, contra los efectos de la

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Millones de niñas y adolescentes de Mozambique y Zimbabue se enfrentan a una catástrofe por la COVID-19 y el hambre

Aunque la COVID-19 surgió como una emergencia sanitaria, las medidas para contenerla están amenazando la seguridad alimentaria de millones de personas, lo que podría derivar en una crisis de protección en Mozambique y Zimbabue. Millones de personas vulnerables, especialmente niñas y adolescentes, de Zimbabue y Mozambique se enfrentan a una catástrofe inminente debido a la emergencia sanitaria por la pandemia de COVID-19, que ha agravado el riesgo de hambre, trabajo infantil, violencia sexual y embarazos adolescentes, advierte la organización humanitaria y de derechos de la infancia Plan International.   La pandemia de la COVID-19 está agravando la inseguridad alimentaria en la región del sur de África y, además, está debilitando los sistemas sanitarios, ya de por sí muy frágiles, que apenas cuentan con medios para proteger a las comunidades y personas en peligro. Según cifras del Programa Mundial de Alimentos, si no se toman medidas urgentes se podría duplicar el número de personas que sufren hambre aguda hasta llegar a casi 265 millones. “La región del sur de África ha vivido una crisis tras otra: ciclones, inundaciones, sequías y ahora la pandemia de la COVID-19. Las familias están al límite y esta pandemia no podría haber llegado en un momento peor. Se estima que puede llegar a duplicar el impacto de la crisis alimentaria, con graves consecuencias para millones de personas vulnerables, especialmente niñas y jóvenes, que van desde el abandono escolar al trabajo infantil y la violencia sexual”, explica Concha López, directora general de Plan International en España. Zimbabue y Mozambique son dos de los países especialmente afectados por la inseguridad alimentaria: en el primero, más de 5,8 millones de personas necesitan asistencia alimentaria, mientras que, en el caso de Mozambique la cifra de afectados asciende a 2 millones como consecuencia de la inestabilidad política y económica, así como de los impactos del cambio climático.  Ambos países llevan meses enfrentándose a una grave crisis alimentaria generalizada que ahora se ha agravado por el coronavirus. El distanciamiento social y las restricciones de movimiento han tenido un enorme impacto en los medios económicos de las familias, dificultándoles la compra de alimentos básicos y, además, ha complicado el acceso de las organizaciones de ayuda humanitaria a las comunidades más vulnerables para entregar alimentos y otro tipo de ayudas. Aunque la COVID-19 surgió como una emergencia sanitaria, las medidas para contenerla están amenazando la seguridad alimentaria de millones de personas, lo que podría derivar en una crisis de protección en Mozambique y Zimbabue, que va a afectar de manera desproporcionada a los más vulnerables: las niñas y adolescentes. En Mozambique, casi un 43% de los niños y niñas menores de cinco años sufren de desnutrición, y se calcula que un 51% de las niñas y mujeres de entre 15 y 59 años sufren de anemia. En Zimbabue, incluso antes de la emergencia de la COVID-19, un cuarto de los niños, niñas y jóvenes sufrían de desnutrición y un tercio de las mujeres y jóvenes estaban anémicas. Aunque la COVID-19 surgió como una emergencia sanitaria, las medidas para contenerla están amenazando la seguridad alimentaria de millones de personas “En Mozambique y en Zimbabue, las mujeres constituyen la mayoría de la mano de obra en el campo. Con el confinamiento y el distanciamiento social, las mujeres ya no cuentan con sus fuentes de ingresos básicos y no pueden ganar suficiente dinero para comprar alimentos para ellas y para sus familias. Las niñas, adolescentes y las mujeres corren un gran riesgo de sufrir abusos y explotación mientras luchan por sobrevivir a la pandemia”, señala Charles Businge, director de África meridional de Plan International. La experiencia de Plan International en emergencias anteriores, recogida en el informe “Vivir en confinamiento”, revela que en las crisis se produce un aumento de los riesgos de protección de los niños, y en particular de las niñas, incluida la violencia y la explotación sexual, el trabajo infantil y el matrimonio infantil. Además, el cierre de las escuelas como medida de protección frente a la COVID-19 ha agravado aún más los riesgos para las niñas. Maria*, 14, de Mozambique, dice: “Algunas personas de mi comunidad aconsejan a las jóvenes que se casen porque creen que la escuela no abrirá de nuevo este año y, al permanecer en casa, añadiremos costos adicionales a nuestras familias pobres”. “Mi deseo es volver a la escuela para recibir una educación que me permita conseguir un trabajo o aprender habilidades que me den un medio de vida para alimentarme y criar bien a mi hijo y mi hermano”, cuenta Cynthia, 18, de Zimbabue. Plan Internacional ha lanzado un fondo para recaudar 100 millones de euros con el objetivo de proteger los niños, niñas y adolescentes más vulnerables del mundo y a sus comunidades de los impactos de la COVID-19, tanto en España como en los países en desarrollo. La respuesta de la organización se centra en ofrecer apoyo educativo, psicosocial y económico a los niños, y en particular a las niñas, afectadas de manera desproporcionada por esta crisis. La respuesta de la organización en el sur de África se centra en ofrecer apoyo económico mediante asistencia en efectivo para que los más vulnerables puedan comprar alimentos y cubrir sus necesidades básicas, así como en el trabajo para garantizar que los niños, niñas, cuidadores y las comunidades reconozcan, prevengan y respondan a cualquier riesgo de violencia de género. Plan International pide a las autoridades que velen porque las familias estén protegidas del hambre con asistencia en efectivo a los hogares vulnerables y que garanticen la seguridad de las cadenas de suministro de alimentos y de los servicios esenciales. La organización también está instando a los estados donantes a que aumenten la financiación humanitaria para hacer frente a la COVID-19, con un enfoque específico en las necesidades de las niñas y las

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Aumentan los casos de mutilación genital femenina “puerta a puerta” en Somalia durante el confinamiento

Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas, la COVID-19 podría tener grandes repercusiones de en el trabajo para poner fin a la mutilación genital femenina, con un posible aumento de 2 millones de casos que se producirían durante la próxima década y que se podrían haber evitado. Las medidas de confinamiento para frenar la pandemia de la COVID-19 están provocando un aumento de las mutilaciones genitales femeninas en Somalia, donde muchas niñas están siendo sometidas a esta práctica en sus hogares, alerta Plan International, organización por los derechos de la infancia y la igualdad de las niñas.    Somalia es uno de los países del mundo con mayor prevalencia de esta práctica. Según datos de Naciones Unidas, un 98% de las niñas de entre 5 y 11 años han sido sometidas a la mutilación genital femenina en el país africano, donde esta práctica que supone una violación a los derechos de las niñas y las mujeres sigue siendo legal, y las medidas de prevención de la COVID-19, como el confinamiento, están aumentando los casos, que ahora se realizan “puerta a puerta”. “La violencia de género está aumentando en todo el mundo como consecuencia de las medidas de prevención de la COVID-19, que han recluido a las niñas y jóvenes en sus casas y las han apartado de redes de protección como los centros de salud o las escuelas. Muchas familias están percibiendo el confinamiento como un momento oportuno para llevar a cabo este procedimiento en los hogares, ya que se cuenta con tiempo suficiente para la curación. Además, el desplome económico también está llevando a las cortadoras a poner en marcha estrategias de subsistencia, como ir casa por casa para practicar la mutilación”, explica Concha López, directora general de Plan International en España. En Somalia, la mutilación genital femenina se lleva a cabo, tradicionalmente, durante las vacaciones escolares en los entornos urbanos o durante la temporada de lluvias en el caso de las zonas rurales. Sin embargo, este año, como consecuencia del confinamiento, Plan International y su socio local NAFIS (Red Nacional de Somalíes contra la MGF) ya están registrando un aumento de las llamadas sobre casos de mutilación genital femenina en todo el país.  La violencia de género está aumentando en todo el mundo como consecuencia de las medidas de prevención de la COVID-19, que han recluido a las niñas y jóvenes en sus casas y las han apartado de redes de protección. “Uno de los casos que hemos registrado es el de dos hermanas de 8 y 9 años que fueron mutiladas la semana pasada y que aún están tratando de asimilar lo que les pasó. Su madre, como muchos padres, considera que la mutilación es una parte esencial de la identidad cultural y de género de las niñas, una condición previa para el matrimonio, así como un rito religioso de paso”, señala Sadia Allin, Jefa de Misión de Plan International en Somalia. La pandemia de la COVID-19 está afectando profundamente al entorno en el que crecen y se desarrollan los niños y las niñas, aumentando los riesgos de protección y debilitando su salud, bienestar y capacidad de recuperación a largo plazo. Las niñas y las jóvenes que viven en entornos frágiles y afectados por conflictos corren riesgos aún mayores, ya que se agrava el estrés por las repercusiones sanitarias y económicas. Además, las ya de por sí débiles estructuras de protección, se enfrentan a un mayor desgaste. Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas, la COVID-19 podría tener repercusiones de gran magnitud en el trabajo para poner fin a la mutilación genital femenina, con un posible aumento de 2 millones de casos que se producirían durante la próxima década y que se podrían haber evitado. La mutilación genital femenina tiene consecuencias de por vida para las niñas y sobre sus derechos, a la hora de tomar decisiones sobre su salud sexual y reproductiva. Esta práctica no tiene beneficios para la salud y perjudica a las niñas y las mujeres en diferentes ámbitos de su vida: les roba a las niñas oportunidades de futuro y les impide alcanzar su pleno potencial. “Es fundamental que las familias, las comunidades y los dirigentes comunitarios y religiosos participen en el cambio de actitudes y normas en torno a esta práctica nociva. Debemos asegurarnos de que ya no se perciba como aceptable, beneficiosa o tolerada y que, en cambio, se condene como una violación de los derechos humanos que debe ser erradicada”, dice Benjamin Thiberge, director de Programas Internacionales de Plan International en España. En este sentido, Plan International solicita que la información y los servicios de salud sexual y reproductiva, así como los servicios de prevención y respuesta a la violencia de género y a las prácticas perjudiciales, incluida la mutilación genital femenina, se consideren como esenciales durante la pandemia de COVID-19. También reclama que se dé prioridad a esos servicios y que se adapten para garantizar su accesibilidad permanente, también en confinamiento. Los riesgos de protección de la infancia y los riesgos derivados de las prácticas nocivas deben evaluarse, vigilarse y abordarse en las respuestas a la COVID-19, incluso en los campamentos de personas refugiadas y desplazadas, las comunidades de acogida y en las situaciones de cuarentena. Las niñas y las mujeres jóvenes deben participar en la elaboración de planes de respuesta y recuperación para garantizar que se satisfagan sus necesidades específicas. Plan International está respondiendo a la pandemia de COVID-19 en más de 50 países, incluido Somalia, centrándose en la protección de los niños, niñas, adolescentes y las comunidades más vulnerables contra los efectos de la pandemia.  

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Las adolescentes confinadas en países en desarrollo se enfrentan al hambre y el aumento de abusos y violencia

Actualmente, 743 millones de niñas no están asistiendo a clase. Esto, unido a la presión de las familias para que ayuden en el hogar o generen ingresos puede significar que muchas adolescentes abandonen sus estudios. Las consecuencias a largo plazo de la pandemia de COVID-19 para las niñas y adolescentes de todo el mundo serán devastadoras, advierte Plan International, organización humanitaria que trabaja en la defensa de los derechos de la infancia y la igualdad de las niñas, que alerta de un aumento del hambre, los abusos y la violencia de género unido a un mayor riesgo de quedar invisibilizadas en la respuesta. La investigación de la ONG Plan International Living Under Lockdown (Vivir en confinamiento) analiza crisis humanitarias anteriores, como la epidemia del Ébola, el conflicto en Sudán del Sur y la violencia en la cuenca del lago Chad, la crisis de los refugiados rohingya y la situación en los campos de refugiados de Beirut, en el Líbano, y revela los graves impactos que sufren las niñas y adolescentes en las emergencias, tanto de forma inmediata como a largo plazo.  “El miedo que tengo con este virus es que las niñas y las mujeres de Liberia sufran realmente. Sufriremos por la comida. Los hombres abusarán de nosotras. Porque si no tengo comida y un chico tiene comida, si le pido ayuda, me pedirá sexo antes de dármela. Este es el sufrimiento del que hablo”, cuenta Janet, una joven de 14 años de Liberia.  Según este análisis, los mayores riesgos que corren las niñas y las adolescentes debido a la pandemia de la COVID-19 son el abandono escolar; no encontrar trabajo cuando las economías se reactiven, teniendo en cuenta que más de 740 millones de mujeres de todo el mundo trabajan en el sector informal y en empleos con bajos salarios; sufrir abusos y violencia en el hogar, debido a que la protección que encuentran en los sistemas educativos y de atención ya no existen; dificultades económicas y consecuente falta de alimentos, y una mayor exposición a la infección por el virus, debido al rol tradicional de cuidados que se le asigna a las mujeres y las niñas.  Por otro lado, con la pandemia de COVID-19, las niñas y adolescentes se enfrentan a un gran riesgo de aumento de los matrimonios infantiles y de los embarazos no deseados, como ha ocurrido en emergencias anteriores. En Sierra Leona, por ejemplo, los embarazos adolescentes aumentaron un 65% durante la crisis del Ébola debido al cierre de escuelas, lo que después repercutió de nuevo en la pérdida del derecho a la educación: el país impidió que las niñas embarazadas y madres adolescentes volvieran a clase.  “Actualmente, debido al cierre de centros educativos, hay 743 millones de niñas que no están asistiendo a clase y esto, unido a la presión de algunas familias para que ayuden en el hogar o generen ingresos económicos, puede significar que muchas adolescentes no continúen con sus estudios y pierdan toda oportunidad de recibir educación. Si no se da prioridad a las necesidades educativas, corremos el riesgo de retroceder 20 años de logros en la educación de las niñas, así como de dejar atrás a las niñas más vulnerables”, subraya Concha López, directora general de Plan International. Además, se ha producido un alarmante aumento de las denuncias de violencia de género en todo el mundo. En China, en el momento más álgido de la cuarentena, se triplicaron las llamadas a los centros para mujeres en relación con casos de violencia en el hogar. Por su parte, Refuge UK, una organización benéfica del Reino Unido que brinda apoyo especializado a mujeres, niños y niñas que sufren violencia doméstica, ha informado de un aumento del 700% en las llamadas a su línea en un solo día. En España, desde la declaración del estado de alarma en mayo, las llamadas al teléfono 016 han aumentado más de un 19%, y las consultas online se han disparado más de un 250%. Con la pandemia de COVID-19, las niñas y adolescentes se enfrentan a un gran riesgo de aumento de los matrimonios infantiles y de los embarazos no deseados En España, tal y como explica el informe “El impacto de la crisis de la COVID-19 en la Adolescencia en España”, las consecuencias de la emergencia por coronavirus también pueden agravar la desigualdad social y de género, especialmente entre las adolescentes y las jóvenes vulnerables, un grupo de población que parte de una situación desigual que puede agravarse aún más: el 37,5% de las mujeres de 16 a 29 años en España está en riesgo de pobreza y exclusión social, según el INE.  La imposibilidad de acceder a servicios de apoyo psicosocial y de protección, la pérdida de trabajos, recursos e ingresos y la desviación de fondos de los servicios de salud sexual y reproductiva podrían tener consecuencias catastróficas a largo plazo para toda una generación de niñas.  Por estos motivos, la organización hace un llamamiento a los gobiernos y organismos multilaterales para que garanticen, a través de prestaciones en efectivo, que las familias más vulnerables no estén expuestas a pasar hambre, y pide que se establezcan líneas de ayuda y centros de atención para proteger a las niñas y las mujeres de la violencia de género.  Se estima que 3.600 millones de personas no tienen acceso a Internet, especialmente en los países menos desarrollados. Las autoridades deben trabajar con el profesorado y las empresas de telefonía móvil para salvar la brecha digital y que la educación a distancia sea asequible y accesible para todos los estudiantes, también aquellos tienen menos recursos. Los gobiernos también deben garantizar que las niñas y las jóvenes sigan teniendo acceso a la información y a los servicios de salud sexual y reproductiva.  Como parte de su respuesta a la COVID-19 para apoyar a las adolescentes más vulnerables en, al menos, 50 países, Plan International ha creado un fondo de emergencia de 100 millones de euros destinado asistir a las niñas y las adolescentes, que se ven afectadas de manera desproporcionada por las crisis. En España, la ONG ha lanzado la iniciativa #QueNadieSeQuedeFuera, que busca movilizar a la sociedad y recaudar fondos para garantizar que el impacto económico y social de la COVID-19 no se cebe con los y las adolescentes que ahora están en riesgo de quedarse fuera del sistema educativo, de protección, del mercado laboral y de las oportunidades de futuro.

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Plan International envía material sanitario a la República Centroafricana en un vuelo apoyado por la Unión Europea

Trabajamos en la respuesta a la emergencia en más de 50.000 comunidades y entregaremos 1,3 toneladas de Equipos de Protección Individual a 12 países en las próximas dos semanas. Plan International ha enviado 10.000 mascarillas que han llegado hoy a la República Centroafricana en el avión humanitario de la Unión Europea para ayudar a este país devastado por la guerra a hacer frente a la COVID-19. El cargamento de ayuda humanitaria se ha enviado a través de un vuelo organizado por un grupo de ONG, entre ellas Plan International, con el apoyo del Departamento de Operaciones de Protección Civil y Ayuda Humanitaria de la Unión Europea (ECHO). El avión salió desde Lyon, Francia, a Bangui, capital de la República Centroafricana, la tarde del jueves 7 de mayo con los Equipos de Protección Individual y otros artículos médicos aportados por 13 agencias y organizaciones de ayuda internacional. La República Centroafricana se ha caracterizado por su inestabilidad desde su independencia de Francia en 1960. La guerra y la inseguridad han debilitado sus sistemas de salud, ahora muy frágiles, lo que ha puesto a una gran parte de la población del país en riesgo por la pandemia de la COVID-19.  “Las poblaciones que viven en contextos de conflicto como el de la República Centroafricana, las personas refugiadas y las desplazadas son sumamente vulnerables a los efectos directos y secundarios de la COVID-19. Con el envío de este avión especial, teniendo en cuenta las dificultades añadidas por el confinamiento y las restricciones aéreas, las organizaciones internacionales de ayuda humanitaria demostramos que podemos aunar conocimientos, esfuerzos y recursos para prestar ayuda y a millones de personas necesitadas y salvar vidas”, explica Concha López, directora general de Plan International. Plan International está ampliando significativamente su asistencia y enviará 1,3 toneladas de Equipos de Protección Individual a 12 países en las próximas dos semanas utilizando aerolíneas comerciales.  El acceso a los Equipos de Protección Individual es vital para continuar con nuestras operaciones en las comunidades.  La organización está recaudando 100 millones de euros para proteger a algunos de los niños, niñas y comunidades más vulnerables del mundo de los impactos de COVID-19. La respuesta de Plan International, que abarca más de 50 países, se centra en ayudar a los niños, y en particular a las niñas, que se ven afectadas de manera desproporcionada por la crisis. “El acceso a los Equipos de Protección Individual es vital para continuar con nuestras operaciones en las comunidades. La COVID-19 no se asemeja a nada de lo que el sector humanitario ha experimentado; tanto por la magnitud como por el impacto. Actualmente estamos atravesando desafíos muy complejos como la escasez de equipos de protección, las restricciones y los obstáculos logísticos para trasladar las ayudas con las fronteras cerradas. La planificación anticipada y la adquisición de materiales fundamentales nos ha permitido mantenernos a la vanguardia en la entrega de ayuda a quienes la necesitan urgentemente”, señala Cecile Terraz, directora de Logística y Adquisiciones de Plan International. La iniciativa de organizar un vuelo humanitario a la República Centroafricana ha sido dirigida por la Réseau Logistique Humanitaire (Red Logística Humanitaria – RLH), que es un consorcio de 10 ONG, entre ellas Plan International, que trabajan de forma conjunta. La red está coordinando la compra y el transporte de equipo médico indispensable para las operaciones en terreno para combatir la pandemia de COVID-19 en todo el mundo. “A través del alquiler de aviones humanitarios, la Red Logística Humanitaria está demostrando la necesidad de que las ONG trabajen juntas para ser más rápidas y eficientes en momentos clave como este. Esta operación a gran escala sin precedentes es posible gracias a la capacidad y la reputación demostradas que la RLH ha desarrollado a lo largo de los años y gracias al apoyo imprescindible de nuestro socio ECHO”, dice Cecile Terraz.

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Solo un 28% de las adolescentes sirias en el Líbano está recibiendo educación

La pandemia está agravando aún más los efectos de la fuerte crisis económica que atraviesa el Líbano y está afectando a los más vulnerables de la sociedad. Plan International alerta en un nuevo informe de las grandes dificultades a las que se enfrentan las niñas y adolescentes sirias refugiadas en el Líbano para recibir educación, conseguir comida y cubrir sus necesidades básicas de higiene desde el inicio de la pandemia de COVID-19 en el país, que ya suma más de 700 contagios y supera los 30 muertos y afronta una grave crisis económica y social.  Esta conclusión es parte de una investigación llevada a cabo por la ONG y revela que la pandemia está afectando profundamente tanto a las personas refugiadas sirias como a la población libanesa más vulnerable. Sin embargo, las niñas, adolescentes y mujeres son las que están sufriendo las peores consecuencias de esta crisis: ven negado su derecho a la educación, tienen dificultades para alimentarse y mantener su higiene, no reciben información sobre la enfermedad y su protección está en riesgo. El Líbano acoge más de un millón de refugiados sirios y más de 180.000 palestinos con una población de apenas 4,5 millones de habitantes. Es el país con el mayor número de refugiados per cápita del mundo desde 2011, lo que ha supuesto una enorme carga económica y ha puesto a prueba la cohesión social hasta el límite, lo que unido a la pandemia ha resultado en un estallido social en los últimos días.  El estudio de Plan International, para el que se ha contactado a más de 1.100 adolescentes, cuidadores y líderes comunitarios libaneses y refugiados sirios, expone los graves problemas de supervivencia que afrontan los y las refugiadas sirias debido a la pandemia de la COVID-19. El 64% de los padres y cuidadores encuestados revelaron que no tenían suficiente comida para las próximas dos semanas y, de ellos, dos tercios eran refugiados sirios. Pese a la preocupante situación generalizada, las niñas y adolescentes refugiadas sirias están siendo las más afectadas por la pandemia de la COVID-19. “Según el análisis de necesidades de la población vulnerable con la que trabajamos en el Líbano, el 28% de las adolescentes refugiadas sirias no está recibiendo educación desde el comienzo de la pandemia, el 15% no conoce medidas de protección frente a la enfermedad y solo un 4.2% tiene acceso a un teléfono móvil”, señala Concha López, directora general de Plan International. La encuesta también revela que no poder ir a la escuela, estar confinado en casa y las preocupaciones por la falta de comida, son los tres principales factores que producen estrés a los adolescentes de las comunidades de refugiados libaneses y sirios.  Otras de las principales conclusiones del estudio son las siguientes: El 51% de las adolescentes entrevistadas reporta un aumento del tiempo dedicado a las tareas domésticas, en comparación con el 20% de los adolescentes varones. El 37% de los adultos encuestados consideran que la violencia doméstica y la violencia en la pareja son el principal riesgo para la protección de las mujeres y las niñas. El 83% de las mujeres declara que no acceden a servicios de salud sexual y reproductiva por temor a contagiarse de coronavirus. Un 35% de las adolescentes no tienen acceso a productos de higiene menstrual y un 66% de las adolescentes no tienen dinero para comprarlos.  La pandemia de la COVID-19 no podría haber surgido en un momento más difícil para el Líbano, un país que actualmente se enfrenta a una de las peores crisis económicas de los últimos años y un estallido de los conflictos sociales. Con tasas de desempleo que rondan el 40% y una deuda nacional de 85.000 millones de dólares, el Líbano se encuentra en una situación económica muy inestable. La medida de bloqueo del país, que entró en vigor a mediados de marzo, ya está afectando a los medios de subsistencia de las familias. El Líbano es el país con el mayor número de refugiados per cápita del mundo desde 2011, lo que ha supuesto una enorme carga económica “Esta pandemia ha empeorado mucho la vida de las niñas refugiadas libanesas y de las sirias más vulnerables, que ahora luchan contra el hambre, el riesgo de violencia, la falta de higiene y la falta de acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva”, explica Colin Lee, director de Plan International para Oriente Medio. Proteger a las adolescentes más vulnerables Plan International ha desarrollado un amplio plan de respuesta a la COVID-19 para abordar las necesidades más urgentes de los grupos vulnerables en todo el mundo, en particular de los niños y las niñas adolescentes.  A nivel mundial, la organización ha lanzado una recaudación de 100 millones de euros con el objetivo de proteger a los niños y las niñas más vulnerables, y a sus comunidades, de los efectos de la COVID-19. La respuesta de la organización, que se extiende a 50 países, entre ellos el Líbano, se centra en proteger a los niños, y en especial a las niñas, que se están viendo afectados de manera desproporcionada por esta crisis. La organización se está centrando en su protección y educación, así como en las medidas de higiene y sensibilización de la COVID-19. En España, Plan International también trabaja para garantizar los derechos de las adolescentes en riesgo de exclusión y ha lanzado #QueNadieSeQuedeFuera, un programa de respuesta para garantizar el acceso a la educación, a través de herramientas y soluciones digitales, a más de 2.000 adolescentes vulnerables en España, además de ofrecer apoyo psicológico para gestionar el estrés y las posibles situaciones de violencia, y ayudas económicas a sus familias para la adquisición de productos y servicios básicos. 

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ONG, EMPRESAS, MEDIOS DE COMUNICACIÓN, ARTISTAS E INFLUENCERS SE SUMAN A #ELGRANRETOSOLIDARIO PARA NO DEJAR A NADIE ATRÁS

Esta iniciativa servirá para financiar y ampliar los proyectos de las ONG integrantes del Comité de Emergencia, que ya están trabajando en España y en todo el mundo, para hacer frente a la emergencia del coronavirus. Más de 100 artistas, presentadores, influencers y rostros conocidos se han sumado ya al #ELGRANRETOSOLIDARIO para colaborar en la respuesta al mayor reto de nuestro tiempo, la crisis generada por la pandemia de coronavirus,  minimizar sus impactos en las familias y colectivos más vulnerables e impedir que se queden atrás.  El #ELGRANRETOSOLIDARIO es un gran movimiento social puesto en marcha por el Comité de Emergencia en España para movilizar a la sociedad y canalizar la solidaridad con los que más lo necesitan durante la crisis del COVID-19. Un evento que permitirá realizar aportaciones económicas solidarias durante una gran gala virtual en directo, que se retransmitirá el próximo sábado 2 de mayo, a partir de las 17 horas en diferentes canales y que aunará música, entretenimiento y sensibilización.  Esta iniciativa servirá para financiar y ampliar los proyectos de Acción contra el Hambre, Médicos del Mundo, Oxfam Intermón, Plan International y World Vision, ONG integrantes del Comité de Emergencia, que ya están trabajando en España y en todo el mundo, para hacer frente a las consecuencias de esta pandemia entre los sectores más vulnerables de la población por su situación económica y social.   “España es un país solidario y así lo demuestra su ciudadanía ante las diferentes crisis y emergencias humanitarias”, explica Sara Barbeira, portavoz del Comité de Emergencia. “Según la última Radiografía de la Solidaridad en España, elaborada por la app financiera Fintonic, la sociedad española es una de las más solidarias: uno de cada cuatro españoles ha colaborado económicamente con alguna iniciativa solidaria. Una vez más confiamos en la sociedad española para apoyar a los más vulnerables en esta gran crisis a nivel mundial”.  Una vez más confiamos en la sociedad española para apoyar a los más vulnerables en esta gran crisis a nivel mundial La iniciativa cuenta con el apoyo de ProFuturo, el programa de educación digital de Fundación Telefónica y Fundación “la Caixa”, el patrocinio de empresas como Oral B, We Are Water y Animal M y colaboración de RTVE, Atresmedia, Vocento y Movistar+ en la difusión, que sumarán para apoyar la recaudación de fondos destinada a las ONG que conforman el Comité: Acción contra el Hambre, Médicos del Mundo, Oxfam Intermón, Plan International y World Vision.  Las distintas actuaciones e intervenciones se podrán seguir en la web del Comité de Emergencia. Además, influencers con gran tirón mediático, como Videopatas, Verdeliss, Mundo de Mía, Loulogio y Mimo de Mami, van a ceder sus canales para retransmitir la gala, lo que convierte este evento digital en un hito en términos de difusión y distribución. Entre los artistas confirmados para este gran reto solidario figuran: Sole Giménez, India Martínez, Carlos Baute, Edurne, Ele, Amaral, Ruth Lorenzo, Soraya Arnelas, Pasión Vega, Lucía Gil, Xuso Jones, Miguel Ángel Muñoz, Marta Sánchez, Efecto Pasillo, Agoney, Roi Méndez, Funambulista, Belly Basarte o María Peláe; además de reconocidos rostros como: Jordi Évole, Frank Blanco, Jacob Petrus, Olga Lambea, Samantha Vallejo-Nágera, Cayetana Guillén Cuervo, Ana Morgade, Iñaki López, Andrea Ropero, Adriana Abenia o Nico Abad, voces radiofónicas como Virginia Díaz y Julio Ródenas, e influencers como AuronPlay, Verdeliss, Videópatas, Yellow Mellow o Loulogio.  Para colaborar con esta iniciativa del Comité de Emergencia: El Comité de Emergencia ha habilitado diferentes vías para canalizar la ayuda y poder dar una respuesta más rápida y efectiva para atender las necesidades actuales y a los afectados por esta pandemia.   Llamando al teléfono 900 595 216 Enviando un SMS con la palabra “JUNTOS” al 38014 para donar 6 euros o al 28014 si quieres donar 1,2 euros A través de la cuenta bancaria ES 2521005731700200294895 Y en www.elgranretosolidario.org A través de Bizum al 38077

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